▪️Mina terrestre expl0ta y lesi0na a 5 policías en Dr. Coss, NL 🚔 🚓
El camino de terracería parecía uno más. Polvo seco, matorrales cerrados, silencio absoluto. En Dr. Coss, Nuevo León, el sol caía con fuerza sobre una zona despoblada donde cinco elementos de Fuerza Civil realizaban su recorrido de inspección y vigilancia, como lo habían hecho tantas veces antes. Ninguno imaginaba que, bajo esa tierra aparentemente inofensiva, se escondía la muerte esperando.
Eran cerca de las 13:00 horas cuando la patrulla avanzó unos metros más. Un segundo. Un parpadeo. Y entonces, el infierno.
Un estruendo seco rompió el silencio del monte. La tierra se levantó violentamente, el vehículo policial fue sacudido con brutalidad y el aire se llenó de polvo, fragmentos y gritos. Una mina terrestre, un artefacto explosivo improvisado, acababa de detonar bajo las llantas. No fue un accidente. Fue una agresión.
Dentro de la unidad, el caos. El metal retorcido, los vidrios estallados, el dolor inmediato. Cinco policías heridos cumpliendo su deber, en un camino olvidado por muchos, pero claramente marcado por la violencia. En cuestión de segundos, la rutina se convirtió en pesadilla.
Aun heridos, los elementos lograron pedir auxilio. La respuesta fue inmediata. Compañeros, refuerzos, sirenas rompiendo la quietud del desierto. Los policías fueron trasladados de urgencia a la zona metropolitana para su valoración médica. Cuatro de ellos quedaron en observación, fuera de peligro. El quinto, con lesiones de mayor consideración, lucha por recuperarse bajo atención médica especializada.
No hubo civiles lesionados. Pero la herida quedó abierta.
El lugar fue asegurado por autoridades estatales y federales. Cinta amarilla, armas en guardia, miradas tensas. La escena hablaba por sí sola: caminos convertidos en trampas, tierra sembrada de explosivos, zonas rurales transformadas en campos de guerra silenciosa.
En Dr. Coss, la indignación creció. No solo por el ataque, sino por lo que representa: policías emboscados mientras protegen, mientras patrullan, mientras intentan mantener la paz en lugares donde la violencia se oculta bajo el suelo. La mina no distinguió rangos, no dio advertencia. Solo explotó.
Hoy, esos cinco elementos cargan con heridas visibles e invisibles. Familias esperando noticias, uniformes manchados de polvo y sangre, y una pregunta que retumba más fuerte que la explosión: ¿cuántos caminos más están minados?