🔴 EXPL05IÓN de camioneta en Coahuayana fue por pugna entre cárteles; Gobierno federal.
La mañana comenzó como cualquier otra en Coahuayana. Las calles todavÃa húmedas por la lluvia nocturna, los comercios abriendo lentamente, y la gente intentando seguir con su rutina en un pueblo que ya ha aprendido a convivir con el miedo. Nadie imaginaba que, en cuestión de segundos, el sonido cotidiano del motor de una camioneta se transformarÃa en una explosión capaz de sacudir no solo las ventanas, sino el alma de toda una comunidad.
El estruendo fue brutal. Un estallido seco, violento, que dejó silencio después… un silencio pesado, interrumpido solo por gritos, alarmas y el llanto de quienes corrÃan sin entender qué acababa de pasar. El humo se elevó como una señal oscura, visible desde varios puntos del municipio, anunciando que algo terrible habÃa ocurrido.
Mientras los primeros curiosos se acercaban con temor, el caos se apoderaba de la escena. Fragmentos de metal esparcidos por el pavimento, fuego consumiendo lo que quedaba de la camioneta y cuerpos tendidos que minutos antes eran personas con familia, con historias, con planes. En esos instantes no habÃa versiones oficiales, solo confusión, dolor y miedo.
Con el paso de las horas, comenzaron a llegar las autoridades. El área fue acordonada, las sirenas no dejaban de sonar y el pueblo entero parecÃa contener la respiración. La pregunta era una sola: ¿por qué? Muchos pensaron en terrorismo, en un mensaje directo al Estado, en algo todavÃa más grande y aterrador.
Fue entonces cuando llegó la declaración desde el gobierno federal. Se informó que no se trataba de un acto terrorista, sino de una pugna entre grupos delictivos, una guerra silenciosa que se libra lejos de los discursos, pero demasiado cerca de la gente común. Una disputa por territorio, por poder, por dinero… una disputa que volvió a cobrarse vidas que no tenÃan nada que ver con esa lucha.
Cinco personas murieron. Doce más resultaron heridas. Números frÃos que no alcanzan a describir el vacÃo que dejaron, las familias destrozadas, las madres esperando una llamada que nunca llegó, los hijos preguntando por qué su papá no vuelve a casa.
Las autoridades prometieron investigaciones, peritajes, operativos y justicia. Dijeron que los responsables serán buscados y castigados. Pero en Coahuayana, como en tantos otros lugares, la gente escucha esas palabras con una mezcla de esperanza y resignación. Porque saben que, aunque hoy haya explicaciones, mañana el miedo puede volver a estallar sin aviso.
Esa camioneta no solo explotó en una calle. Explotó la sensación de seguridad, explotó la tranquilidad de un pueblo entero y dejó claro, una vez más, que la violencia entre cárteles siempre termina alcanzando a quienes solo quieren vivir en paz.
Detalles-en-la-sección-de-comentarios.