😱Si vas a tener relaci0nes íntimas con tu pareja ni se te ocurra ori…ver más

😱Si vas a tener relaci0nes íntimas con tu pareja ni se te ocurra ori…ver más

El pasillo del hospital estaba en silencio, un silencio limpio, blanco, casi quirúrgico. Las luces del techo iluminaban el suelo brillante mientras ella caminaba con paso firme, el uniforme impecable, los bolsillos llenos de historias que nadie ve. A simple vista parecía una imagen tranquila, incluso cotidiana: una mujer joven, vestida de blanco, en un lugar donde la vida y la fragilidad se cruzan todos los días. Pero detrás de esa imagen había algo más. Mucho más.

Ella había visto cosas que la mayoría prefiere ignorar. Había escuchado confesiones en voz baja, llantos ahogados detrás de cortinas, preguntas que se repiten con miedo: “¿Esto es normal?”, “¿Por qué me pasó a mí?”, “¿Pude haberlo evitado?”. Y cada vez que alguien hacía esas preguntas, ella pensaba lo mismo: si tan solo alguien les hubiera advertido antes.

Porque el amor, el deseo, la intimidad… también necesitan información.

Ese día, mientras se detenía un momento en el pasillo, recordó a aquella pareja que llegó de madrugada. Jóvenes, tomados de la mano, con vergüenza en la mirada y dolor en el cuerpo. No esperaban estar ahí. Nadie espera terminar en un hospital por algo que parecía tan natural, tan cotidiano. Pero la falta de cuidado, la desinformación, los pequeños errores que se creen insignificantes, a veces cobran un precio alto.

“Si vas a tener relaciones íntimas con tu pareja ni se te ocurra…”, había pensado ella tantas veces, viendo los mismos casos repetirse una y otra vez. Infecciones, complicaciones, sustos que terminan en lágrimas. No porque el amor sea peligroso, sino porque muchas personas creen que no hay riesgos cuando hay confianza. Y esa es una de las mentiras más comunes.

En su uniforme blanco no solo cargaba instrumentos médicos, cargaba responsabilidad. Cada paso que daba por ese pasillo era un recordatorio de que el cuerpo humano es fuerte, sí, pero también vulnerable. Que un descuido, una mala decisión, una creencia errónea, pueden cambiarlo todo en cuestión de días.

Ella recordaba a una mujer que le dijo entre sollozos: “Nadie me dijo que eso podía pasar”. Y esa frase se le quedó grabada como una herida abierta. Porque la ignorancia no siempre es culpa, pero sí puede ser tragedia.

Mientras avanzaba, su rostro mantenía una expresión serena. Nadie que la viera imaginaría el peso emocional que llevaba encima. El uniforme blanco, tan pulcro, contrastaba con las historias oscuras que conocía demasiado bien. Historias de parejas que se aman, pero no se cuidan. De decisiones tomadas sin pensar. De consecuencias que llegan sin avisar.

Y por eso la advertencia. Por eso el mensaje que muchos pasan por alto. No es morbo, no es exageración. Es experiencia. Es haber visto demasiados casos como para callar. Es saber que una simple acción, algo que parece inofensivo, puede abrir la puerta a problemas que nadie quiere enfrentar.

En ese pasillo, ella respiró hondo. Sabía que seguiría viendo lo mismo una y otra vez. Pero también sabía que si al menos una persona se detenía a leer, a pensar, a cuidarse un poco más, entonces valía la pena.

Porque el amor no debería doler.
Porque la intimidad no debería terminar en miedo.
Porque cuidarse también es una forma de amar.

Y aunque la imagen muestre solo a una mujer en un hospital, vestida de blanco, en realidad es el reflejo de una advertencia silenciosa, de una verdad que muchos ignoran hasta que es demasiado tarde.

Detalles-en-la-sección-de-comentarios