AHORA MISMO, AVI0N CON MAS DE 244 ABORDO SE ACABA DE ESTRELL… Ver mas

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La ciudad entera quedó en silencio cuando el estruendo partió el cielo. Algunos aseguran que el avión ya venía descendiendo de forma extraña, como si algo hubiera fallado segundos antes del impacto. Nadie imaginaba que en su interior viajaban más de 244 almas que jamás llegarían a destino. Una columna negra se elevó entre los edificios, visible desde kilómetros, mientras el miedo y la incertidumbre recorrían las calles. Familias enteras corrieron hacia el lugar buscando señales, esperanza… cualquier explicación a lo que acababa de ocurrir. Pero lo que encontraron solo aumentó el dolor: restos esparcidos, gritos, sirenas, y un país entero paralizado ante una tragedia que jamás olvidará.
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¡MÉXICO BAJO FUEGO Y LÁGRIMAS! CRÓNICA DE UN FIN DE SEMANA APOCALÍPTICO: ENTRE EL INFIERNO CARRETERO, LA VANIDAD DEL “LIKE” Y LOS MONSTRUOS QUE ACECHAN EN LA NOCHE

SUBTÍTULO: La huesuda no tuvo piedad y se soltó el chongo este fin de semana. Un brutal choque de autobús que calcinó decenas de sueños, niños inocentes tragados por la tierra y la violencia, y fenómenos inexplicables marcan 72 horas de terror puro. Mientras el país se viste de luto y la “Tristeza Nacional” nos dobla las rodillas, otros prefieren el circo de las redes sociales, ajenos al dolor que desangra a la patria. Pásale, pásele y entérese del horror que sacude a la raza.

POR: “EL CHALE” RODRÍGUEZ / LA VOZ DEL BARRIO / ALERTA ROJA MÉXICO

CIUDAD DE MÉXICO, LUNES DE RESACA TRÁGICA.— Si usted, amable lector, pensaba que ya lo había visto todo en este valle de lágrimas, agárrese fuerte y siéntese, porque este fin de semana el Diablo decidió cambiar de código postal y venirse a vivir a México. Amanecemos este lunes con el alma en un hilo y el corazón estrujado, con una cruda moral que no se cura con chilaquiles. La imagen que mejor resume este sentimiento es la que ya le dio la vuelta a todo el internet: una pareja de abuelitos, con los rostros surcados por el dolor y los ojos hinchados de tanto llorar, bajo un titular que no deja lugar a dudas: “TRISTEZA NACIONAL”. Y no es para menos, mi gente, porque lo que acabamos de vivir parece sacado de la mente retorcida de un guionista de cine gore, pero desgraciadamente, es la pura y neta realidad que nos golpea en la cara.

EL INFIERNO TIENE CÓDIGO POSTAL: LA CARRETERA DE LA MUERTE

Todo comenzó con el rugido de la bestia en el asfalto. Lo que prometía ser un puente vacacional de relax para muchas familias mexicanas, terminó convirtiéndose en una sucursal del mismísimo averno. En las autopistas federales, esas que tantos cruzamos persiguiendo la chuleta diaria, se desató el infierno. La imprudencia, compadre de la muerte, tomó el volante.

Las imágenes que nos llegan desde el lugar de los hechos son dantescas, de esas que te quitan el sueño por semanas. En un tramo carretero, la velocidad y la falta de pericia provocaron tragedias mayúsculas. Un autobús de pasajeros, azul, de la línea “Rosario Bus”, terminó incrustado en un barranco, mientras otro camión, un gigante rojo de doble piso, quedó recostado sobre la maleza, como un animal herido de muerte. Pero lo peor estaba por venir en otra carretera: una colisión brutal provocó una explosión que cimbró la tierra. Las columnas de humo negro, densas y tóxicas, mancharon el cielo azul, visibles a kilómetros de distancia. El fuego, implacable, devoró todo a su paso, dejando solo el esqueleto calcinado del vehículo.

No hubo chance de nada para muchos. Los fierros retorcidos de los vehículos quedaron como mudos y macabros testigos de la masacre. Y ahí, sobre el pavimento caliente, bajo el sol inclemente, la escena que nadie, absolutamente nadie, quiere ver: decenas de cuerpos cubiertos con sábanas blancas, alineados como fichas de dominó que tiró la parca en un juego macabro, mientras los servicios de emergencia y voluntarios, algunos con sus túnicas blancas, trataban de dar auxilio. La carretera se convirtió en una morgue al aire libre, y el olor a caucho quemado se mezcló con el de la muerte. En otros puntos, la tragedia tomó formas igual de horribles: un camión de volteo volcado aplastando un auto compacto como si fuera de juguete, y otro vehículo destrozado siendo levantado por una grúa, dejando un moño negro como único testigo en el asfalto. Incluso un avión de combate se desplomó, dejando un cráter y restos esparcidos, con un piloto milagrosamente a salvo en el suelo.

Entre las víctimas, el destino se ensañó con los más jóvenes, con los que tenían todo el futuro por delante, rompiéndonos el corazón a todos. Lloramos con rabia la partida de la “crack” del barrio, esa morra futbolista que portaba con orgullo su uniforme rosa y negro, posando con el balón al pie, lista para el partido de su vida que ya no jugará. Una joven llena de vida, capitana de su equipo y de sus sueños, que hoy ya no meterá más goles en las canchas de tierra, sino en las estrellas. Su foto, ahora acompañada de un inmenso moño negro de luto, nos parte el alma. También se nos fue una joven estudiante, cuya foto de graduación con sus compañeros ahora es un recuerdo doloroso.