El herpes zóster, también conocido como culebrilla, es una infección vírica que se caracteriza por la aparición de una erupción en la piel acompañada de ampollas dolorosas. Esta afección suele desencadenarse por la reactivación del virus varicela zóster, el mismo virus que causa la varicela, y puede verse influida por varios factores. Uno de los principales desencadenantes de esta enfermedad es el estrés, ya que puede afectar al sistema inmunitario y facilitar la reactivación del virus.
Entre los síntomas más comunes del herpes zóster se encuentran el dolor, el ardor o el hormigueo en la zona afectada. Además, la piel suele volverse extremadamente sensible al tacto. La erupción aparece en forma de manchas rojas que, con el tiempo, se transforman en ampollas llenas de líquido. Estas ampollas pueden romperse y formar costras, lo que contribuye al malestar de la persona afectada. El picor es otro síntoma común, y en algunos casos, los pacientes pueden experimentar fiebre, dolores de cabeza, sensibilidad a la luz, cansancio general e incluso problemas de visión si la infección afecta a zonas cercanas a los ojos.
El herpes zóster suele afectar principalmente al nervio dorsal, que es una rama del nervio raquídeo. Esto hace que los síntomas aparezcan en una zona localizada del cuerpo, generalmente en un solo lado. La reactivación del virus puede estar asociada a un debilitamiento del sistema inmunológico, que puede ser causado por diversos factores. El estrés, por ejemplo, es uno de los factores más comunes que favorecen la reactivación del virus, ya que genera una respuesta en el organismo que puede disminuir la capacidad del sistema inmunológico para controlar la infección latente.
Otros factores que pueden contribuir al desarrollo del herpes zóster son el envejecimiento, ya que las personas mayores tienen un sistema inmunológico más vulnerable. Las personas que padecen enfermedades como el VIH también tienen más probabilidades de sufrir esta infección debido a la disminución de su capacidad inmunológica. Además, el cansancio extremo, la mala alimentación, así como los tratamientos de quimioterapia o radioterapia pueden debilitar el organismo y hacerlo más susceptible a la reactivación del virus. Algunos medicamentos que suprimen el sistema inmunológico también pueden aumentar el riesgo de desarrollar herpes zóster.
En resumen, el herpes zóster es una enfermedad viral que cursa con dolorosas erupciones en la piel, y su aparición puede verse influenciada por diversos factores, entre los que el estrés juega un papel importante. Es fundamental conocer los síntomas para buscar atención médica temprana, ya que existen tratamientos disponibles que pueden reducir la duración y la gravedad de la infección.