Las líneas en las uñas son más que un rasgo estético, pueden funcionar como señales que el cuerpo utiliza para comunicar lo que está sucediendo internamente. La apariencia de estas marcas puede variar, apareciendo como líneas horizontales o verticales, y cada patrón podría estar relacionado con diferentes condiciones médicas o estados nutricionales.
Una de las manifestaciones más conocidas son las líneas de Beau, que aparecen como hendiduras o depresiones transversales en la uña. Estas líneas indican una interrupción temporal en el crecimiento normal de la uña y pueden ser causadas por diversos factores, como traumatismos físicos, infecciones o enfermedades sistémicas. Por ejemplo, episodios de fiebre alta, infecciones graves o estrés intenso en el cuerpo pueden provocar la aparición de estas hendiduras. El hecho de que la uña deje de crecer temporalmente refleja que, en ese momento, el cuerpo se enfrentaba a una situación estresante o que no contaba con los nutrientes necesarios para mantener un crecimiento normal.
Por otro lado, están las líneas de Muehrcke, que aparecen como bandas blancas horizontales que no se mueven a medida que la uña crece. Estas líneas son indicativas de alteraciones en la vascularización o de un desequilibrio en los niveles de proteínas en sangre, ya que suelen estar asociadas a hipoproteinemias o problemas renales. La presencia de estas marcas invita a realizar estudios complementarios para evaluar la función renal y descartar otras complicaciones sistémicas.
Además de estas líneas horizontales, las rayas verticales en las uñas, que pueden aparecer de forma difusa a lo largo de toda la superficie de la uña, son un hallazgo frecuente, sobre todo en personas mayores. Aunque en muchos casos estas estrías verticales se consideran parte natural del envejecimiento, también pueden reflejar deficiencias nutricionales, como la falta de vitaminas o minerales esenciales. Por ejemplo, la deficiencia de zinc, hierro o biotina puede alterar la estructura de la uña y promover la aparición de estas marcas. Es importante destacar que, aunque las estrías verticales pueden ser benignas, un cambio repentino en su aspecto o la aparición de otros síntomas asociados deben ser evaluados por un profesional de la salud.
En algunos casos, las estrías en las uñas pueden estar relacionadas con enfermedades crónicas o autoinmunes, como el lupus o la psoriasis. Estas afecciones pueden alterar el proceso de queratinización, provocando irregularidades en la superficie de la uña. La psoriasis, en particular, puede provocar no sólo cambios en el color y la textura de las uñas, sino también engrosamiento y descamación, lo que puede complicar el diagnóstico si se asocia a la aparición de estrías.
Es fundamental considerar que, si bien las estrías en las uñas pueden servir como indicadores de ciertas condiciones médicas, su presencia por sí sola no constituye un diagnóstico definitivo. Cada persona es única, y una evaluación completa debe incluir la historia clínica, otros signos y síntomas y, de ser necesario, estudios complementarios. Si aparecen cambios notables en las uñas, lo mejor es consultar con un dermatólogo o médico general para una evaluación detallada. Este determinará si las estrías son simplemente una variación normal o si requieren una intervención médica o nutricional para mejorar la salud general del individuo.