Detienen a madre y padrastro de Aitana, tenia 2 años de edad: la violaron y mataron

Tamaulipas, México, Avanzada (05/05/2025).- Aitana tenía apenas dos años cuando su vida fue brutalmente arrebatada. La madrugada del 2 de mayo, su madre llegó a la Cruz Roja de la zona norte de Tampico cargando el cuerpo sin vida. Dijo que un hombre desconocido había entrado a su casa a robar y, al ser descubierto, atacó a la pequeña. La versión estremeció a los paramédicos, y pronto a las autoridades. Pero no era verdad.

 

 

Hoy, pocos días después, la historia dio un giro doloroso y estremecedor. La Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas confirmó la detención de Michelle Denisse “P”, madre de la menor, y de Luis Daniel “H”, su pareja sentimental y padrastro de la niña. Ambos fueron arrestados en el ejido Miguel Hidalgo del municipio de Altamira, como presuntos responsables del crimen.

Los delitos por los que se les investiga son graves: filicidio, violencia familiar, violación equiparada y abuso sexual en agravio no solo de Aitana, sino también de su hermano, otro menor de edad que presentaba signos de violencia reiterada.

La investigación comenzó el mismo día del fallecimiento. Peritos forenses y policías acudieron al domicilio en la colonia Municipios Libres y, tras revisar la escena y practicar la autopsia, descartaron por completo la versión del robo. No había señales de entrada forzada ni evidencias de un ataque externo. En cambio, los indicios apuntaban a un entorno de abuso y maltrato dentro del propio hogar.

 

 

De acuerdo con la información oficial, el crimen habría ocurrido mientras los adultos se encontraban bajo el efecto de sustancias, y tras la muerte de la niña, habrían intentado encubrir el hecho con una coartada improvisada. La autopsia reveló signos de violencia física y sexual, lo que activó de inmediato el protocolo de feminicidio.

La Fiscalía informó que ambos detenidos quedaron a disposición de un juez, quien en las próximas horas definirá su situación jurídica.

Aitana no alcanzó a vivir tres años. Su historia, como la de muchas otras niñas y niños víctimas de violencia en sus propios hogares, no puede quedar en el silencio ni en la estadística. Es una tragedia que exige justicia, pero también una sociedad más vigilante, más empática, más protectora con su infancia.

Porque el peor de los horrores no siempre llega del exterior. A veces duerme en casa.