El peor veneno blanco que usamos en la cocina.

El peor veneno blanco que usamos en la cocina.

A menudo escuchamos decir que la salud de los seres humanos esta estrechamente ligada a la alimentación. Es por ello que se nos recomienda ingerir alimentos naturales que son fuentes de vitaminas y minerales que ayudan a mantener saludable a nuestro cuerpo. Esto porque el organismo asimila todo aquello que comemos. Pero te has preguntado que ocurre cuando lo que ingerimos es literalmente un veneno?.


Así como lo oyes, en nuestra cocina acostumbramos a usar un condimento para cocinar que es toxico para nuestro cuerpo. No es precisamente la sal o el azúcar los cuales también son muy dañinos, es algo peor que eso y se conoce con el nombre de glutamato de potasio o comúnmente llamado ajinomoto.

Uno de los peores inventos de los alimentos procesados es quizá el glutamato de Sodio. Entre los niveles altísimos de sodio, grasas y químicos, esta combinación es una bomba tóxica para el quien lo consuma, pues uno de sus efectos es la sensación de insaciabilidad.

Entre los compuestos del glutamato de sodio, se encuentra el aditivo umami, el cual es uno de los cinco sabores básicos –amargo, dulce, ácido y salado– y su objetivo es mejorar el sabor de los alimentos procesados.

En otras palabras, la presencia de este aditivo hace que las carnes procesadas y las comidas congeladas posean sabores más frescos y “con ganas” de seguir comiéndolas.

El GMS “engaña” a nuestro cuerpo haciéndonos creer que la comida sabe mejor, más sana y más rica en nutrientes.


El glutamato de sodio E621 viene en forma de polvo cristalino blanco, y es muy similar a la sal y el azúcar. También se puede encontrar en forma líquida.

Tiene el sabor como de una sopa de carne y se puede añadir a cualquier alimento para mejorar su sabor. El glutamato de sodio hace que se incrementen los antojos, y conduce a comer en exceso y a la obesidad.

El GMS estimula las células del cerebro de la misma manera que lo hacen las drogas, creando así una sensación de adicción. Es fácilmente absorbido en la sangre y el cerebro, lo que provoca un cambio en los genes responsables del sentido del gusto.

Como ya hemos mencionado, este aditivo alimentario se utiliza en muchos productos alimenticios populares, incluyendo salchichas, perritos calientes, patatas fritas, sopas preparadas, conservas, cerveza y muchos más. La dosis diaria permitida para adultos es de 1,5 gramos, y para los niños menos de la mitad de un gramo.

Fue descubierto por primera vez en 1907 en Japón por el científico Ikeda Kikunae, quien encontró que la sustancia mejoraba el sabor de los alimentos, sobre todo el sabor y el aroma de los productos enlatados, las comida rápida y los congelados.


Este aditivo alimentario común ha ganado mucha popularidad en los últimos años. A pesar de que mejora el sabor y el aroma de los productos alimenticios, el glutamato de sodio también trae consigo numerosos efectos secundarios.

Por un lado, afecta a los receptores de la lengua haciendo la comida más sabrosa de lo que realmente es. Es por eso que hace que las personas sean adictas a alimentos procesados ​​como patatas fritas, dulces, platos preparados y otros.

Entre los efectos más comunes del GMS se encuentran dolor torácico, sudoración, náuseas, fatiga, entumecimiento de boca y garganta, palpitaciones cardíacas, sensación de ardor en cuello o antebrazos, dificultad para respirar, inflamación de la garganta, ansiedad e inclusive deseo de continuar comiendo el producto.   Todo ello es también conocido como el “síndrome del restaurante chino”.

La comida china que se ofrecen en buffets y restaurantes suelen contener GMS para resaltar el sabor de los alimentos. Si bien pueden consumirse con moderación, hay personas quienes son sensibles a este aditivo y sufren, en consecuencia, de una afección llamada Síndrome de la comida china.


Los síntomas son muy similares a los mencionados anteriormente, por lo que si se ha padecido de alguno de ellos tras ingerir alimentos procesados, lo recomendable es consumirlos esporádica mente.